Trabajar como periodista es cada vez más complicado. Como sabes, yo estudié Periodismo y actualmente trabajo en Comunicación Institucional y en mi blog de viajes que tienes ahora delante. Los ERE que están haciendo en medios de comunicación, los salarios irrisorios, la inestabilidad y las jornadas de trabajo maratonianas han obligado a muchos periodistas a reinventarse o buscar una salida profesional en el extranjero.
Este es el caso de Cristina Porteiro, a la que tengo el gusto de entrevistar hoy en La Vida son Dos Viajes. Dada la difícil situación en España para encontrar trabajo como periodista, se armó de valor para mudarse a Bruselas y empezar de cero. Trabajar como corresponsal en Bruselas le ha traído muchas satisfacciones a Cristina, pero no todo ha sido un camino de rosas. Conocer los pros y contras de trabajar como corresponsal en Bruselas es fundamental antes de aventurarse a seguir los mismos pasos que Cristina. Pero mejor que te lo cuente ella.
P.D.: si además tienes pensado viajar a Bruselas, no te pierdas los lugares favoritos de Cristina en la capital belga, así como sus recomendaciones de bares y restaurantes BBB (buenos, bonitos y baratos).
Hola, Cristina. Bienvenida a La Vida son Dos Viajes. Lo primero de todo, cuéntanos un poco sobre ti.
Soy coruñesa, millenial y un poco “viejoven”, para acabar de poner etiquetas de modernos. Se supone que debería ser muy activa en las redes sociales, hacer hilos de Twitter y esas cosas, pero me dan pereza y ansiedad. Aunque vivo lejos de casa, sigo manteniendo mi grupo de amigos de toda la vida. Todos con gatos, que no ayudan a sostener las pensiones. Ya no me creen cuando digo que este año me vuelvo. Hace tres que inicié la operación retorno y lo único que conseguí fue mudarme por séptima vez de casa en Bruselas. Me gusta rodearme de gente sencilla y con sentido del humor, para compensar el exceso de ego que rodea a nuestra profesión.
¿Qué te llamó la atención de la carrera de Periodismo?
Creo que la idea prefabricada, y en cierto modo ingenua, de poder formar parte de lo que debería ser un contrapoder. De aportar mi grano de arena para ejercer esa función crítica y de control a las instituciones y a quienes las gobiernan. Eso y que mis profes me decían que escribía bien.
Trabajar como corresponsal en Bruselas
¿Cómo conseguiste ser corresponsal en Bruselas?
Primero tuve que quitarme de la cabeza el periodismo deportivo. En cuanto sentí el ambiente rancio y la testosterona que se respiraba, abandoné la idea. Lo intenté con la infografía, pero no pudo ser. Los años de facultad coincidieron también con el estallido de la crisis financiera. Me obsesionaba el tema así que me puse como objetivo llegar a Bruselas para contarlo. Cursé un máster de política internacional y me vine para empezar las prácticas de tres meses en un periódico generalista. Era verano del 2012 y España acababa de firmar su famoso “préstamo en condiciones muy favorables”. Unos días antes de terminar contacté con La Voz de Galicia. No tenían a nadie en ese momento. Les dieron buenas referencias de mí y listo. A partir de entonces me tuve que poner las pilas para poder hacer el trabajo lo mejor posible.
Cuéntanos tu experiencia trabajando en la capital belga. ¿Cuánto tiempo llevas? ¿Qué es lo más complicado de trabajar como periodista allí? ¿Y lo que menos?
Llevo seis años y medio trabajando en Bruselas. Creo que lo que me resultó más complicado fue arrancar. Pasé un par de años muy difíciles. En la redacción no te conocen, nunca han trabajado contigo así que me pedían seguir ciertos temas de forma más intermitente. Al principio solo me contactaba la compañera de Marítima, por eso ahora le he cogido cariño a la Pesca y procuro hacerle siempre hueco aunque esté muy atareada. También cuesta ubicarse, empezar a controlar toda la información que sale de aquí y el acceso a las fuentes.
Lo más sencillo en el trabajo es la relación con los compañeros. Recuerdo a una profesora de la carrera diciéndonos: “Nunca confiéis en otro periodista, ni aunque sea vuestro mejor amigo”. No puedo estar más en desacuerdo. Aquí todo el mundo está dispuesto a echar una mano. No importa de qué medio seas.
¿Animarías a otros periodistas a intentar seguir tus mismos pasos? Bien sea para buscar una alternativa laboral o simplemente por vivir una experiencia enriquecedora.
Si son periodistas, ya no hay nada que hacer así que ¿por qué no? Ahora en serio, solo lo recomendaría si están muy motivados. Hablo como freelance. Exige mucho esfuerzo, estrés. Desgasta muchísimo. Y al final, no sé cómo, compensa. Si no lo tienes muy claro o aspiras a un trabajo estable y fácil de conciliar, mejor busca otra alternativa. Es duro decirlo y no debería ser así, pero es la realidad.
¿Es difícil hacer amigos en Bélgica? ¿Y conocer a belgas? Yo viví seis meses en Bruselas y los belgas que conocí los puedo contar con los dedos de una mano.
Sí, es difícil. También los puedo contar con los dedos de la mano y me sobra alguno. Es complicado estrechar lazos. Todavía me cuesta después de tanto tiempo. Soy más torpe que la media. Tampoco ayuda vivir enclaustrada en la burbuja de las instituciones.
¿Qué ha sido lo mejor de tu paso por Bruselas? ¿Y los tres aspectos que menos te han gustado de vivir allí?
Lo mejor han sido los amigos y las lentejas de la Comisión Europea. Las cervezas en el “Perdedores” después de las cumbres, los partidos de fútbol de los Orcos, el café diario de las 11.00 con mis compañeros del búnker, las paellas domingueras…A veces el trabajo y la soledad se hacen muy duros. No hubiese aguantado mucho aquí sin ellos. Lo que no voy a echar de menos son las zanjas y escaleras mecánicas del metro, que nunca funcionan, la falta de tiempo para hacer planes extra laborales y el desdén generalizado en la atención al público.
Después de tantos años en Bruselas, quién mejor que tú para recomendarnos tus tres rincones favoritos
“El búnker” (para trabajar en la Comisión), el parque del Cinquantenaire (para salir a correr) y el aeropuerto de Zaventem (para ir de vacaciones).
Hace poco estuve visitando a unos amigos en Bruselas y descubrí muchos restaurantes nuevos que no conocía. ¿Cuáles están en tu top 3?
No soy un paladar muy exigente y mi bolsillo no me permite grandes excesos así que tiraré por lo sencillo y recomendaré L’anchois vert, d’Abramo (sus propietarios y el servicio es adorable), Hanoi Station y Os Beleneses (no hay que dejarse engañar por su aspecto de bar añejo).
¿Y tus tres bares favoritos para charlar con amigos?
El James Joyce (JJ) para las cañas del viernes después de trabajar. L´Autobus para cualquier momento, aunque no tienen ningún encanto, y Le Pantin porque si nos cansamos de hablar podemos sacar unos juegos de mesa.
Y, por último, ¿cuál ha sido tu mayor aprendizaje de tu estancia en Bruselas?
Darme cuenta de que tengo otras prioridades en la vida por encima del trabajo.
Gracias, Cristina. Un placer haber dado a conocer tu caso real a los lectores. Si te ves identificad@ y quieres compartir tu historia, déjala en comentarios.